¡Frustrar la despiadada guerra contrarrevolucionaria del régimen fascista de Estados Unidos-Duterte! ¡Esforzarse por llevar adelante la guerra popular!

 

I. El sistema capitalista mundial sigue en recesión

II. El terrorismo de Estado se intensifica mientras Duterte planea perpetuar 
su reinado fascista más allá de 2022

III. El NPA persevera en medio 
de la represión contrarrevolucionaria

IV. Esforzarse por llevar a cabo 
las tareas de lucha del NPA

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El Comité Central saluda firmemente a todos los combatientes y comandantes rojos del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA) con motivo de su 52º aniversario. En este día, mostramos nuestro profundo reconocimiento a los decididos y vigorosos esfuerzos, logros y sacrificios que está haciendo el NPA en la defensa del pueblo y en la guerra popular frente a la viciosa y sucia guerra contrarrevolucionaria del régimen fascista de EEUU-Duterte.

Rendimos el más alto homenaje a todos los combatientes rojos y a los cuadros del Partido que dieron su vida sirviendo al pueblo y a la causa revolucionaria. Sus nombres están grabados para siempre como héroes y mártires en los anales de la épica lucha del pueblo filipino por la liberación nacional y social.

En este día, es apropiado que, junto con todo el NPA, el Partido rinda un homenaje especial a Antonio Cabanatan (Ka Manlimbasog), antiguo miembro del Comité Central, el Buró Político y el Comité Ejecutivo que, junto con su esposa, Florenda Yap (Ka Osang), fue secuestrado el año pasado, detenido en secreto y torturado durante meses antes de ser brutalmente asesinado por los cobardes asesinos de Duterte.

Ka Manlimbasog, que se retiró en 2017 de sus funciones revolucionarias activas, fue uno de los valientes pioneros que lideraron la expansión del ejército popular en las Visayas y Mindanao. Hizo inmensas contribuciones al crecimiento y fortalecimiento del movimiento revolucionario.

El Partido también rinde homenaje a Rosalino Canlubas (Ka Juni) comandante regional del NPA del Valle de Cagayan y vicesecretario del comité regional del Partido que murió en una falsa escaramuza el pasado 15 de marzo en Isabela. Ka Yuni fue uno de los jóvenes cuadros elegidos para el Segundo Comité Central por su brillante contribución en la lucha armada en el sur y el oeste de Mindanao.

Aprovechemos esta ocasión para hacer un balance de nuestras fuerzas, señalando tanto nuestros logros como nuestras deficiencias durante el pasado año. Tratemos de desarrollar aún más nuestras fuerzas y superar nuestras debilidades para librar más eficazmente la guerra popular llevando a cabo una guerra de guerrillas amplia e intensiva sobre una base de masas cada vez más amplia y profunda. También debemos estudiar los puntos fuertes y débiles del enemigo para elaborar el plan, la estrategia y la táctica para frustrar su implacable y brutal guerra contra el pueblo.

La guerra popular que libra el NPA, bajo el liderazgo absoluto del CPP, forma parte de la continuidad de 500 años de resistencia armada del pueblo filipino contra los agresores y opresores extranjeros, con la primera victoria en la Batalla de Mactan, el 27 de abril de 1521, en la que Datu Lapu-Lapu derrotó a la horda de conquistadores españoles dirigida por Fernando de Magallanes. Durante cinco siglos, bajo 300 años de dominio colonial español y más de un siglo de opresión colonial y semicolonial estadounidense, el pueblo filipino ha librado arduamente una resistencia armada revolucionaria para alcanzar una auténtica liberación nacional.

Las condiciones socioeconómicas del pueblo filipino, cada vez peores, siguen siendo favorables para librar una guerra de guerrillas extensa e intensa. Con su corrupción, sus políticas antipopulares y su represión fascista, el régimen pro-estadounidense de Duterte ha agravado la crisis del sistema semicolonial y semifeudal imperante y ha impuesto más dificultades y opresión a las amplias masas del pueblo filipino.

El año pasado trajo un sufrimiento incalculable a las amplias masas de trabajadores, campesinos, semiproletariado y pequeña burguesía como resultado de la chapucera respuesta a la pandemia del Covid-19. Al confiar principalmente en las restricciones policiales y militares, en lugar de en las necesarias medidas de salud pública, el régimen reaccionario ha colapsado la economía y los medios de vida del pueblo, al tiempo que no ha podido controlar la continua propagación de las infecciones.

En lugar de hacer frente a la pandemia proporcionando suficientes recursos para la respuesta de la sanidad pública, el régimen de Duterte optó por comprar más bombas y artillería para su ofensiva militar total con la vana esperanza de aplastar al Nuevo Ejército del Pueblo antes de que termine su mandato oficial. Al tratar de derrotar al NPA, la camarilla gobernante de Duterte pretende paralizar todas las formas de resistencia de las fuerzas democráticas y progresistas para allanar el camino para extender su dinastía de corrupción, fascismo y traición nacional más allá de 2022.

Las implacables operaciones del enemigo tienen como objetivo las masas campesinas y les infligen graves abusos. Pretenden desunir al pueblo y aplastar su resistencia colocando sus aldeas bajo el dominio de una guarnición militar, con el vano objetivo de aislar al ejército popular y forzarlo a una situación puramente militar en la que sea vulnerable a los ataques a gran escala.

Al mismo tiempo, el enemigo trata de destruir el movimiento democrático legal de masas en las zonas urbanas, así como a la oposición conservadora.

La lucha armada revolucionaria sigue perseverando frente a la brutal guerra contrarrevolucionaria del enemigo. Las unidades del NPA se esfuerzan por superar las dificultades y penurias derivadas de las feroces ofensivas del enemigo. Están decididas a reforzar sus vínculos con las masas campesinas, a defenderlas y ayudarlas a librar la resistencia y a hacer avanzar sus luchas antifeudales y antifascistas. Superando sus debilidades y dificultades, el NPA está decidido a frustrar las ofensivas totales del enemigo y a incrementar su fuerza.

El sistema capitalista mundial sigue en recesión

El sistema capitalista mundial se vio envuelto en una recesión mundial el año pasado, con gobiernos mal preparados y mal equipados que no pudieron gestionar la pandemia del Covid-19 debido a sistemas sanitarios decrépitos y debilitados por años de recortes presupuestarios neoliberales. La mayoría de los gobiernos recurrieron a la imposición de cierres y restricciones a la producción, comercio y circulación de personas. Estas medidas colapsaron economías enteras, cerraron pequeños negocios y grandes empresas, y concentraron aún más el capital en manos de unos pocos capitalistas monopolistas.

Hasta 33 millones de personas perdieron sus puestos de trabajo de forma permanente y otros 81 millones de forma temporal. Las inversiones extranjeras directas cayeron un 42%, pasando de 1,5 billones de dólares en 2019 a 859.000 millones el año pasado, y se espera que sigan disminuyendo entre un 5 y un 10% este año. En todo el mundo, las economías se mantuvieron prácticamente a flote solo gracias a las enormes cantidades de préstamos extranjeros, que apilaron 24 billones de dólares más a la montaña mundial de 281 billones de dólares de deuda externa, hasta más del 355% del producto interior bruto (PIB) mundial.

Las grandes empresas farmacéuticas comenzaron a lanzar las vacunas Covid-19 el pasado mes de diciembre. Pregonadas como una causa humanitaria, la producción, venta y distribución de las vacunas, sin embargo, exponen aún más la rapacidad capitalista por el beneficio y los intereses egoístas de los imperialistas. La distribución de las vacunas ha sido desigual en beneficio de los grandes países capitalistas. Hasta principios de marzo, se han distribuido cerca de 380 millones de vacunas, con más de la mitad (55%) concentrada en Estados Unidos, China, la Unión Europea y el Reino Unido, mientras que el resto se reparte entre otros 125 países.

Salvo por los beneficios previstos de miles de millones de dólares que se embolsarán las grandes empresas farmacéuticas ( la mayoría de las cuales recibió dinero público para el desarrollo y la producción de las vacunas), las perspectivas siguen siendo inciertas en cuanto a la adquisición y reparto de las vacunas a tiempo. Queda por ver cuándo habrá un suministro suficiente de vacunas para todos los países, y si las vacunas frenarán eficazmente la propagación del virus y las diferentes variantes que están surgiendo. Más de dos meses después de su reparto, varios países han vuelto a adoptar medidas de bloqueo ante el aumento del número de nuevos casos.

La recesión mundial de 2020 ha agravado el largo estancamiento económico que, desde 2008, aqueja a los principales centros del capitalismo agobiados por los problemas de sobreproducción capitalista y la caída de los beneficios. A pesar del colapso económico y de la paralización de la producción, la capacidad productiva siguió siendo elevada, lo que dio lugar a un continuo exceso de oferta en los principales productos básicos, en particular el acero, los cereales, el petróleo crudo y los productos petrolíferos, especialmente tras las interrupciones del comercio internacional y el fuerte descenso del mercado.

La producción y los inventarios de acero sin vender en China alcanzaron niveles históricos el año pasado. Para evitar una caída de los precios del crudo, Arabia Saudí, Rusia y la OPEP acordaron el mes pasado ampliar los recortes de producción.

No obstante, hay un exceso de productos petrolíferos refinados en China que ha hecho descender las tasas de beneficios y ha obligado a cerrar o reducir varias refinerías en Singapur, Australia y otros lugares.

Después de años de exceso de oferta, hay un déficit temporal en el suministro de semiconductores ante el repentino aumento de la demanda de ordenadores personales, tablets, teléfonos inteligentes, cámaras y otros aparatos electrónicos para las comunicaciones, el teletrabajo, la enseñanza a distancia y el entretenimiento en el hogar, provocado por los efectos de la pandemia.

Actualmente, hay una carrera entre los capitalistas monopolistas estadounidenses y chinos por invertir miles de millones de dólares en la producción de chips electrónicos. En particular, en virtud de la recientemente promulgada Ley de Autorización de la Defensa Nacional, el gobierno de Biden también está impulsando el apoyo estatal y la inversión para promover la producción nacional de semiconductores con la esperanza de acaparar la mayor parte de la creciente demanda. Esto se combina con inversiones estatales en investigación y producción militar. Del mismo modo, China ha declarado recientemente la investigación y producción de semiconductores como una de las prioridades de su plan quinquenal, junto con la inteligencia artificial, la computación cuántica, la biotecnología, la investigación espacial y otras tecnologías de vanguardia.

Los países capitalistas avanzados están inyectando paquetes de estímulo por valor de miles de millones de dólares para acelerar la reactivación de sus economías nacionales, pese a que corren el riesgo de sobrecalentamiento económico y de generar una burbuja de deuda que podría estallar en los próximos años. Empujando la deuda de Estados Unidos más allá de dos veces el tamaño de su economía, el gobierno de Biden aprobó recientemente un paquete de estímulo económico de 1,9 billones de dólares que distribuirá dinero en efectivo a casi todos los estadounidenses para promover el consumo y proporcionar subsidios a la producción nacional. Otros grandes países capitalistas tienen previsto gastar cientos de miles de millones de dólares para estimular sus propias economías, como Japón (710.000 millones de dólares), Alemania (250.000 millones de dólares), Reino Unido (210.000 millones de dólares) y Francia (120.500 millones de dólares). China pretende alcanzar una expansión económica del 6% financiando las operaciones de las empresas estatales.

La mayoría de las economías no desarrolladas sufrirán los efectos prolongados de la recesión económica mundial. El aumento de 124 millones de personas que viven en la pobreza extrema (menos de 2 dólares al día) en 2020 no tiene precedentes, y se prevé que siga aumentando en 150 millones en 2021. La desigualdad social se ha agravado notablemente, ya que los trabajadores y los campesinos sufren los peores efectos del bloqueo económico. Las medidas desesperadas para reactivar las economías de los países atrasados con problemas de liquidez les obligarán a pedir más dinero y a llevar a cabo una mayor liberalización de sus economías, haciendo descender los salarios de los trabajadores mientras compiten por atraer capital e inversión extranjera.

Existen los primeros indicadores de que el nuevo gobierno estadounidense de Biden está decidido a trazar un camino de agresividad militar en medio de la intensificación de las rivalidades interimperialistas. Biden declaró que asegurará con mayor vigor los intereses económicos y políticos de Estados Unidos, especialmente frente a los crecientes desafíos de su rival imperialista China. Recientemente realizó ejercicios militares con dos grupos de ataque de portaaviones en el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán, desafiando directamente las reivindicaciones de China sobre estas aguas internacionales. Reactivó los esfuerzos para construir el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad entre Estados Unidos, Japón, India y Australia con la esperanza de conseguir el despliegue de fuerzas militares y armas estadounidenses en estos países y ejercer más presión económica, militar y política sobre China.

En Oriente Medio, cuando apenas lleva un mes en el cargo, Biden ordenó un ataque con misiles en Siria, violando su territorio soberano, contra lo que afirma que era un transporte de armas procedente de Irán. Aunque amplió el acuerdo New Start con Rusia, que establece límites a las armas estratégicas ofensivas, EE.UU. aún no ha anunciado un retroceso en el desarrollo y producción de armas nucleares y misiles de alcance intermedio promovido bajo el gobierno de Trump. En contra de sus promesas anteriores, aún no ha restablecido el acuerdo nuclear con Irán ni ha levantado las sanciones contra el país, a pesar de que Irán ha expresado su voluntad de cumplir los acuerdos anteriores.

China está afirmando más agresivamente su control sobre Hong Kong y Taiwán y sigue manteniendo su presencia armada en el Mar de China Meridional para defenderse de los desafíos marítimos de Estados Unidos. Han surgido conflictos fronterizos con India que amenazan con intensificarse. Recientemente, Rusia ha abierto una base naval en Sudán para mantener su presencia armada en el Mar Rojo, junto con su base aérea en Siria y su base naval en Yemen, para mantener la capacidad de controlar las rutas de tránsito estratégicas en Oriente Medio y una puerta de entrada a África.

Ante el aumento de las rivalidades interimperialistas, el gasto militar de las potencias rivales sigue aumentando a pesar de la grave crisis económica mundial. El año pasado, el gasto militar mundial aumentó un 3,9%, hasta alcanzar los 1,83 billones de dólares, dos tercios de los cuales corresponden a Estados Unidos y China. Las exportaciones de las principales armas se mantienen cerca de los niveles más altos desde los últimos 30 años, y la cuota de EE.UU. aumenta hasta el 37%.

El empeoramiento de las condiciones socioeconómicas y los ataques a los derechos civiles engendran la resistencia de la población en todo el mundo en medio de la pandemia de Covid-19. En Estados Unidos y Europa siguen estallando huelgas de trabajadores del transporte, de las fábricas, de comida rápida y del comercio minorista que exigen aumentos salariales y condiciones de trabajo seguras. Desde febrero, cientos de miles de personas han organizado protestas masivas y sostenidas en Myanmar contra el golpe militar. También continúan las protestas campesinas generalizadas en la India contra las reformas neoliberales. En Brasil, Grecia, Tailandia, Rusia y otros países se están llevando a cabo acciones de protesta masivas para plantear las demandas de la población en medio de la pandemia y el aumento de la represión policial y militar.

En medio de la crisis mundial del capitalismo, surgen regímenes abiertamente fascistas en un número creciente de países. Se están llevando a cabo ataques descarados contra los derechos democráticos. Las groseras condiciones socioeconómicas y la represión estatal están creando condiciones que hacen necesaria y urgente la resistencia armada. La explotación extrema bajo la política neoliberal de codicia desenfrenada, los rigores del terrorismo de Estado y del fascismo y las guerras de agresión están generando todas las condiciones para la resistencia popular a escala mundial. Las luchas de masas antiimperialistas y democráticas y los movimientos revolucionarios armados están preparando el terreno para el resurgimiento de la revolución proletaria mundial.

El terrorismo de Estado se intensifica mientras Duterte planea perpetuar 
su reinado fascista más allá de 2022

Faltando alrededor de 450 días para que expire su mandato oficial, el régimen de Duterte se está volviendo cada vez más desesperado y brutal en su intento de aplastar todos los obstáculos que hay para su plan de imponer una dictadura fascista al pueblo y perpetuar su dinastía política en el poder. Su corrupción, sus gastos desmedidos en el ejército y la policía y sus políticas neoliberales a ultranza han llevado a la quiebra al Estado reaccionario, han hundido al país en montañas de deuda, han agravado la crisis y han dejado al descubierto el núcleo podrido del sistema semicolonial y semifeudal gobernante.

Durante el año pasado, el régimen de Duterte se negó a movilizar los recursos del Estado para poner en marcha las medidas de salud pública necesarias, como los tests masivos y el rastreo rápido de contagios para gestionar la pandemia. Se negó a aumentar la capacidad del sistema de salud pública, debilitado por años de recortes presupuestarios. En lugar de ello, aprovechó la crisis sanitaria para imponer restricciones antidemocráticas, aplicar la Ley Antiterrorista y conceder más licencias a la policía y al ejército para cometer asesinatos en masa con impunidad.

La corrupción burocrática empeoró a medida que Duterte se atribuía poderes extraordinarios para desviar el dinero público a las cuentas privadas de su familia y sus compinches y al gasto excesivo de los militares. Incluso la compra de vacunas se vio obstaculizada por negociaciones en las que participaron burócratas rivales en busca de sobornos y comisiones. Los científicos consideraron a Filipinas como uno de los países con peor respuesta a la pandemia de Covid-19. Como resultado, los filipinos siguen siendo vulnerables a las infecciones por Covid-19. El país se encuentra ahora en medio de un nuevo aumento del número de infecciones, principalmente porque las medidas públicas necesarias siguen ausentes incluso después de que se abrieran fábricas, centros comerciales y otras empresas económicas, e incluso cuando han surgido nuevas variantes del virus.

Los peores aspectos del sistema semicolonial y semifeudal se ven agravados por la fallida respuesta a la pandemia de Covid-19. Al confiar en los cierres para gestionar la propagación de la pandemia, el régimen de Duterte provocó el colapso de la economía filipina, lo que condujo a una grave crisis. El PIB del país cayó hasta un 9,5% en 2020. Pero mientras decenas de miles de pequeños y medianos empresarios quebraron y cerraron, los grandes compradores burgueses recuperaron rápidamente sus pérdidas iniciales y obtuvieron miles de millones de pesos en beneficios, disfrutando de exenciones fiscales y otros incentivos.

Al negarse a reajustar los fondos públicos por la corrupción y el gasto excesivo de los militares, el régimen de Duterte recurrió a grandes cantidades de préstamos extranjeros supuestamente para financiar la respuesta a la pandemia. En 2020, el gobierno pidió 2.100 millones de pesos filipinos en nuevos préstamos, lo que elevó la deuda pública a finales de año a 9,8 mil millones de pesos filipinos. Los continuos préstamos han hecho que la deuda siga aumentando hasta los 10,033 mil millones de pesos filipinos.

Las amplias masas del pueblo filipino se llevaron la peor parte de los cierres y las medidas represivas. Las condiciones socioeconómicas de los obreros, los campesinos, el semiproletariado y la baja pequeña burguesía se deterioraron bruscamente. El pasado mes de enero, hasta 10,5 millones de trabajadores filipinos perdieron sus puestos de trabajo, elevando las tasas de desempleo y subempleo a máximos históricos. Sufrieron recortes salariales, pérdida de ingresos, aumento de precios, impuestos más onerosos y otras medidas opresivas en medio de la grave crisis económica.

Los adláteres pro-liberalización y rabiosos de Duterte están presionando para acelerar una mayor liberalización de la economía mediante la modificación de la constitución de 1987 para permitir la plena propiedad extranjera de los recursos económicos y naturales del país y de las empresas comerciales, y que posiblemente sirva de caballo de Troya para impulsar la eliminación de los límites del mandato. Pretenden acabar con todos los elementos del capital nacional y convertir la economía en dominio exclusivo del capital monopolista extranjero y sus grandes socios compradores.

El pasado mes de febrero, el congreso reaccionario también aprobó la Ley de Creación para reducir los impuestos de sociedades del 30% al 25% en favor de las empresas extranjeras y los grandes socios compradores burgueses. Se espera que esto dé lugar a un déficit de 251.000 millones de pesos filipinos en la recaudación de impuestos que, en última instancia, recaerá sobre los trabajadores y los asalariados de bajos ingresos, ya sea en forma de nuevos impuestos o de una nueva y onerosa deuda externa.

La Ley de Creación se está promocionando como la clave para atraer nuevas inversiones extranjeras, falsamente descritas como el motor del crecimiento económico, incluso en un momento en el que el sistema capitalista mundial está en declive global. El año pasado, las solicitudes de nuevas inversiones extranjeras en el país cayeron un 71%, pasando de 370.110 millones a 112.110 millones. De hecho, las inversiones extranjeras, en su mayoría en empresas orientadas a la exportación, no contribuyen a fortalecer los cimientos económicos del país, y se limitan a aprovechar la mano de obra barata y el acceso a los recursos naturales.

A causa de la corrupción, el militarismo y la dependencia de los préstamos extranjeros del régimen de Duterte, el país está abocado a sufrir una crisis económica más grave y a seguir sufriendo los efectos de la pandemia en los próximos años. Los cierres opresivos y el desempleo generalizado están causando graves dificultades a las masas, alimentando la ira generalizada, incitándolas a luchar e incorporando a más y más personas a unirse a la resistencia armada para luchar y buscar la destitución del régimen de EE.UU y de Duterte.

Duterte se está asegurando el apoyo continuado de Estados Unidos a su régimen fascista bajo el nuevo gobierno de Biden. Ofreció rescindir el Acuerdo de Fuerzas Visitantes (VFA) o forjar algún otro acuerdo que permita a los militares de Estados Unidos el acceso ilimitado al país a cambio de un mayor apoyo militar. Declaró estar dispuesto a permitir que Estados Unidos almacene armas en el país y lo convierta en un puesto estratégico en la región. En señal de apoyo, el Pentágono estadounidense prometió aumentar la ayuda militar y la venta de helicópteros y otro material militar para satisfacer al ejército filipino.

Al mismo tiempo que extienden la ayuda militar al régimen de Duterte, los imperialistas estadounidenses están ejerciendo una creciente presión sobre el gobierno filipino para hacer retroceder la creciente influencia política, los intereses económicos y la intervención militar de China. Mientras que el régimen sigue doblegándose a los dictados chinos, los funcionarios pro-estadounidenses se están oponiendo más abiertamente a China, como lo demuestra la cancelación del proyecto del aeropuerto de Sangley Point y la protesta abierta a la ley china que autoriza a su Guardia Costera a disparar a los buques no chinos.

Pero todavía no han conseguido oponerse a las siete islas artificiales construidas por China como bases militares en el Mar de Filipinas Occidental ni a la instalación de torres de telefonía móvil por parte de Dito Telecom, dirigida por China, en los campamentos militares de las Fuerzas Armadas, a pesar de que varios funcionarios pro-estadounidenses han expresado su oposición. China está montando una contrapresión militar y diplomática mediante el aumento de sus fuerzas militares en el Mar de China Meridional con el atraque de más de 220 buques de la milicia naval en el Arrecife Juan Felipe, dentro de la zona económica exclusiva de Filipinas.

La gravedad de la crisis del sistema gobernante ha provocado la reducción de los recursos económicos y políticos para el acomodo mutuo de las diferentes facciones de las clases dominantes. Como en el pasado, la camarilla gobernante de Duterte busca perpetuarse en el poder para seguir acumulando riqueza y poder a través de operaciones capitalistas burocráticas. La crisis agudiza el afán de monopolizar el poder político y se combina con el autoritarismo del tirano Duterte.

El plan de Duterte para imponer la dictadura fascista al pueblo y perpetuar su dinastía política y su camarilla gobernante en el poder implica el cambio de la carta constitucional o la declaración directa de la ley marcial o un “gobierno revolucionario” (una toma de poder absoluta). También tiene la opción de celebrar y amañar las elecciones presidenciales de 2022 para que salga elegida la hija de Duterte o su adláter político. Al parecer, el socio TIM de Smartmatic ha sido adquirido por su marioneta, Dennis Uy, y permite amañar el recuento de votos en las elecciones de 2022 como hizo en las de 2019.

Una parte fundamental del plan de Duterte para gobernar como un dictador fascista o perpetuar su gobierno dinástico es reprimir a las fuerzas democráticas legales y aumentar su impulso contrarrevolucionario armado. Su objetivo es paralizar las fuerzas democráticas nacionales y debilitar así el amplio abanico de fuerzas democráticas que se oponen a su régimen tiránico. También pretenden consolidar su control sobre el ejército y la policía otorgándoles poderes adicionales.

La guerra de represión de Duterte se ha vuelto cada vez más brutal y mortal. Está dirigida por el Grupo de Trabajo Nacional para Acabar con el Conflicto Armado Comunista Local (NTF-ELCAC), la junta cívico-militar de Duterte, que ahora controla prácticamente toda la burocracia estatal y la maquinaria armada. Envalentonados por la Ley Antiterrorista y la instigación de Duterte de “maténlos a todos”, las fuerzas policiales y militares están montando una continua represión caracterizada por redadas coordinadas, detenciones masivas y masacres. En los últimos meses, la AFP y la PNP allanaron casas y oficinas de líderes de masas y activistas de organizaciones legales no comunistas en Panay, el sur de Tagalog, Bicol y el noreste de Mindanao, después de redadas similares en Negros y la Región de la Capital Nacional apodadas como Gestión Sincronizada Mejorada de Operaciones Policiales (SEMPO). Las víctimas han sido invariablemente señaladas por la NTF-ELCAC. A medida que los planes de Duterte para perpetuarse a sí mismo y a su dinastía en el poder se hagan más evidentes en los próximos meses, es probable que estos ataques se lleven a cabo en más regiones, con más frecuencia y con más saña.

Desde hace casi cuatro años, el régimen de Estados Unidos-Duterte ha librado una guerra contrarrevolucionaria cada vez más cruel con el objetivo de reprimir a las masas campesinas y derrotar al NPA. Ha adoptado las tácticas más sucias y brutales de supresión contra las masas campesinas bajo el Oplan Katatagan conjunto de las AFP y la PNP. Aldeas y comunidades enteras han sido puestas bajo guarnición y control militar. Los campesinos son sometidos a ejecuciones extrajudiciales, registros y detenciones ilegales, interrogatorios, bloqueos alimentarios y económicos, reclutamiento forzoso, toques de queda, represalias y castigos colectivos tras las ofensivas tácticas del NPA, e incesantes campañas de intimidación y de guerra psicológica (“programas de apoyo a la comunidad”, “rendiciones en masa” forzadas, E-CLIP, BDP) con la vana esperanza de cortar los vínculos entre el NPA y su base de masas campesinas.

El régimen de Duterte sigue intensificando su impulso para ampliar la maquinaria de las Fuerzas Armadas y adquirir nuevas armas militares mientras lleva a cabo incesantes ofensivas en todo el país contra el NPA. A pesar de las restricciones presupuestarias y la necesidad urgente de financiar programas de salud pública y estimular la producción económica, el régimen de Duterte despilfarró miles de millones de pesos para adquirir más helicópteros, aviones no tripulados, aviones de combate, misiles, bombas, artillería y armamento de combate. Asignó más de ₱19.000 millones al NTF-ELCAC para que sirviera de fondo para el barril de cerdo.

El enemigo ha montado ofensivas militares a gran escala una tras otra desde 2018. Estas “operaciones militares focalizadas”, que implican tanto operaciones de combate como de guerra psicológica, suelen abarcar varias ciudades, decenas de pueblos en zonas interurbanas o fronterizas inter­provin­ciales, movilizando varios cientos de tropas terrestres compuestas por dos o varios batallones de las AFP y tropas de combate de la PNP. Todo ello está respaldado por la vigilancia con aviones no tripulados y el uso desproporcionado e indiscriminado de bombardeos aéreos y ametrallamientos, así como de bombardeos con artillería ligera y pesada, sin tener en cuenta la seguridad de los civiles que residen en las comunidades cercanas. Esto se combina con una implacable campaña de guerra psicológica y represión contra las masas campesinas y las comunidades minoritarias con el objetivo de abrumar y aterrorizar al pueblo.
En un intento desesperado por lograr su objetivo declarado de aplastar al NPA antes de que termine el mandato de Duterte, las AFP están montando una ofensiva total en todo el país movilizando cerca de 150 batallones de fuerza de combate de las AFP y PNP, con más del 80% concentrado en ocho regiones prioritarias, de entre 14 a 20 batallones cada una. Desde el año pasado, las AFP se han propuesto reclutar al menos 9.000 fuerzas paramilitares más para añadirlas a los 70.000 efectivos de las CAFGU.

Sin embargo, la guerra contrarrevolucionaria y las ofensivas totales del enemigo están destinadas a fracasar cuando el Nuevo Ejército del Pueblo persevera en el camino de la guerra popular, amplía y consolida su base de masas y se fortalece militar y políticamente. La brutalidad de la guerra del enemigo expone aún más la podredumbre del sistema semicolonial y semifeudal y despierta el profundo odio de las masas hacia los fascistas y el sistema gobernante.

El NPA persevera en medio 
de la represión contrarrevolucionaria

Frente a la guerra contrarrevolucionaria apoyada por Estados Unidos y las ofensivas militares a gran escala montadas por las AFP y PNP, el Nuevo Ejército del Pueblo sigue perseverando en el camino de la guerra popular prolongada al disfrutar de un profundo y amplio apoyo de las masas campesinas y del pueblo filipino. Ha frustrado el plan declarado anualmente por el régimen de EE.UU-Duterte de “derrotar al NPA”. El NPA está decidido a frustrar el plan del régimen de acabar con la revolución armada antes de que termine su mandato y a llevar adelante la revolución democrática popular para derrocar la dominación de clase del imperialismo estadounidense, la gran burguesía compradora y los grandes terratenientes.

Cuando se fundó el 29 de marzo de 1969, el NPA sólo tenía 60 combatientes con nueve rifles automáticos y 26 armas de fuego de calidad inferior y contaba con una base de masas de 80.000 personas en torno al segundo distrito de la provincia de Tarlac. Al integrar la lucha armada, la revolución agraria y la construcción de una base de masas, el NPA se ha convertido en un ejército nacional con varios miles de jóvenes combatientes rojos extraídos de las filas de las masas oprimidas y explotadas. Están armados con rifles de alta potencia incautados al enemigo, así como con explosivos de fabricación propia y armas autóctonas. Con una base de masas de millones de personas, el NPA opera en más de 110 frentes guerrilleros y pretende construir más.

El Partido estableció y fortalece el NPA para llevar a cabo la tarea revolucionaria central de tomar el poder político aplastando al Estado reaccionario, construyendo el gobierno democrático del pueblo. Para que el NPA pase de ser una fuerza pequeña y débil a un ejército grande y fuerte, el Partido ha adaptado la línea estratégica de la guerra popular prolongada de cercar las ciudades desde el campo. Ha adoptado y puesto en práctica el principio de dirección centrada y operaciones descentralizadas como medios para librar la guerra revolucionaria en el archipiélago filipino. La guerra popular prolongada se desarrollará a través de tres etapas: defensiva estratégica, equilibrio estratégico y ofensiva estratégica. La etapa de defensiva estratégica abarcará probablemente el período más largo ya que el NPA necesita acumular fuerza armada al estar librando una guerra de guerrillas extensa e intensiva con una base de masas cada vez más amplia y profunda.

Al librar una guerra popular prolongada, el NPA integra los tres componentes de la lucha armada, la revolución agraria y la construcción de la base de masas. En la lucha armada, el NPA monta ofensivas tácticas, escogiendo sólo las batallas que tiene la certeza de ganar, apuntando a las partes aisladas y débiles de las fuerzas armadas enemigas. Emplea los métodos guerrilleros de concentración de fuerzas para golpear, dispersión para negar al enemigo un objetivo concreto y cambio de zonas para evitar el cerco enemigo. En todo momento, las unidades del NPA evitan la detección del enemigo utilizando el terreno físico y apoyándose en las masas.

Al llevar a cabo la revolución agraria, el NPA aplica la Guía Revolucionaria del Partido para la Reforma Agraria. En la fase de defensiva estratégica, el NPA despierta, organiza y moviliza a las masas campesinas en las luchas de masas y campañas para la reducción de los alquileres, la reducción de los tipos de interés de los préstamos, el aumento de los salarios de los trabajadores agrícolas y del campo, el aumento de los precios de la explotación, la reducción de los alquileres de los equipos agrícolas, la creación de cooperativas y grupos de ayuda mutua para aumentar la producción y los ingresos de la ocupación secundaria. A lo largo de los años, las tierras abandonadas o donadas por los terratenientes han sido ocupadas y gestionadas por asociaciones de campesinos con la ayuda y la orientación del NPA y de las secciones locales y los comités superiores del Partido.

En la construcción de la base revolucionaria de masas, el Partido y el NPA organizan las secciones locales del Partido, las organizaciones revolucionarias de masas de los campesinos, los jóvenes, las mujeres y los niños, los trabajadores de la cultura y las unidades de milicia de las aldeas del NPA. Sobre la base de la fuerza organizada de las masas se celebran asambleas o conferencias en las aldeas para elegir comités revolucionarias de barrio, encargados de administrar las políticas locales que abarcan la reforma agraria y la producción, las políticas sanitarias, la educación, los asuntos militares, la paz y el orden,etc.. Estos comités forman el núcleo del gobierno democrático del pueblo que se establecerá plenamente cuando se tome el poder político en todo el país.

La guerra popular prolongada se ha desarrollado desde la subfase inicial de la defensiva estratégica hasta su fase media desde mediados de la década de 1980. Sin embargo, a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990 se produjeron graves retrocesos y pérdidas derivadas de los errores del aventurerismo militar y de la regularización prematura o de la construcción de fuerzas verticales sin las fuerzas horizontales proporcionales. La excesiva concentración de fuerzas para el trabajo militar debilitó los esfuerzos de construcción de bases de masas, lo que socavó los fundamentos para el apoyo político del ejército popular, volviéndolo vulnerable a los ataques del enemigo y a las pérdidas en el campo de batalla. Los revisionistas y los traidores trataron de abandonar sistemáticamente la línea estratégica de la guerra popular, enturbiando el análisis del Partido sobre la sociedad filipina, las clases y el modo de producción, con el fin de llevar a las fuerzas revolucionarias al camino de la derrota.
El Comité Central del CPP lanzó el Segundo Gran Movimiento de Rectificación en 1992 para reafirmar los principios básicos del Partido, su análisis de las condiciones semicoloniales y semifeudales del país y su programa para la revolución democrática popular mediante la guerra popular prolongada. En concreto, repudió y desarraigó la errónea línea del insurreccionalismo y de la regularización prematura y ordenó al Nuevo Ejército del Pueblo que redistribuyera sus fuerzas equilibrando tanto el trabajo militar como el trabajo político de masas.

El plan quinquenal del Comité Central (2018-2022) busca completar las exigencias de la fase intermedia en cuanto a la construcción del pelotón como formación básica, el número y la extensión de los frentes guerrilleros, el correcto equilibrio de las unidades verticales y horizontales en la estructura de fuerzas del NPA, el carácter principalmente aniquilador de las ofensivas tácticas complementadas por acciones de desgaste generalizadas, la correcta integración de la lucha armada, la revolución agraria y la construcción de bases de masas, y la resolución de varios tipos de debilidades de “izquierda” y de derecha.

El Partido pretende resolver los desequilibrios entre el trabajo militar y el político que han impedido un crecimiento sostenido en los últimos años. Entre ellos se encuentra el problema de la sobredispersión y la extralimitación de las unidades del NPA, por un lado, y el problema de la sobreconcentración y la autoconstricción, por otro. En algunas zonas, el NPA se hizo más fuerte militarmente, pero no pudo sostener el movimiento de masas antifeudal. En otras zonas, las unidades del NPA se dispersaron para el trabajo de masas pero no pudieron sostener la creación de un ejército y la lucha armada. De cualquier manera, los logros alcanzados en el campo militar o político se vuelven difíciles de sostener, haciendo que el ejército popular y la base de masas sean propensos a la debilidad y al retroceso.

Los comités dirigentes del Partido y los centros de mando del NPA se esfuerzan por encontrar el equilibrio correcto en el despliegue de sus fuerzas, en la realización de la labor militar y política y en la expansión y consolidación. Al mismo tiempo, desde finales de 2017, se han enfrentado a los implacables ataques y a la feroz campaña de supresión contrarrevolucionaria montada por el enemigo contra las masas campesinas y contra el ejército popular. Algunas partes del NPA y bases de masas han sufrido pérdidas ante los implacables y extensos ataques del enemigo que agravaron las debilidades y vulnerabilidades internas prevalecientes. Sin embargo, la gran mayoría de los comandos del NPA en todo el país siguen estando en condiciones de dirigir el ejército popular para librar una guerra de guerrillas extensa e intensiva sobre una base de masas cada vez más amplia y profunda. Están desarrollando métodos y tácticas para preservar sus fuerzas, defender a las masas y golpear a los criminales y asesinos fascistas.

Mil hilos unen al NPA y a las masas campesinas. Estos siguen siendo fuertes a pesar de los implacables esfuerzos de las fuerzas enemigas por cortarlos. El NPA y las masas han adaptado métodos para continuar el trabajo revolucionario -organización, educación, propaganda y campañas de masas, construcción del Partido, reclutamiento del NPA – incluso en las narices del enemigo. Al resistir y superar las guarniciones militares del enemigo y su guerra psicológica, el NPA y las masas campesinas extraen lecciones e inspiración de la experiencia del pueblo vietnamita y de las fuerzas revolucionarias en la lucha sobre como superar las aldeas fascistas creadas por el enemigo.

Las unidades del NPA también perseveran en el trabajo de expansión para ampliar la zona de operaciones de los frentes guerrilleros y construir nuevos frentes guerrilleros. De este modo, el NPA puede ampliar su zona de maniobra, obligar al enemigo a dispersar aún más sus fuerzas y hacer más difíciles y costosas las operaciones de cerco del enemigo. Incluso en áreas que son prioridad del enemigo, las unidades del NPA se han expandido con éxito a nuevos territorios o han recuperado antiguas áreas. Los mandos del NPA y los comités del Partido supervisan continuamente el despliegue de sus fuerzas para evitar el problema de la sobredispersión o la autoconstricción.

Con el amplio apoyo de las masas y el dominio del terreno, el NPA sigue esforzándose por superar las operaciones militares focalizadas del enemigo y lanzar ofensivas tácticas, golpeando los puestos de avanzada enemigos aislados o desprendidos. Está decidido a montar aún más ofensivas tácticas aniquiladoras (emboscadas y asaltos) con el objetivo principal de apoderarse de las armas del enemigo, complementadas con acciones militares de desgaste (hostigamientos, francotiradores y demolición de instalaciones enemigas).

La perseverancia del NPA para librar la lucha armada revolucionaria inspira y envalentona al pueblo filipino para librar luchas de masas antiimperialistas, antifeudales y antifascistas y para combatir el régimen fascista de EEUU-Duterte y su reino de terror estatal en medio de la grave crisis socioeconómica y el empeoramiento de las formas de opresión y explotación bajo el sistema semicolonial y semifeudal.

En el campo, las masas campesinas y las comunidades minoritarias están envalentonadas para librar luchas antifeudales y resistir el acaparamiento de tierras y la invasión de los dominios ancestrales por parte de los grandes terratenientes y las grandes empresas mineras, de ecoturismo y energéticas. Los pescadores pobres también se sienten inspirados para luchar por sus derechos y su bienestar contra la imposición de la gran pesca comercial y las operaciones pesqueras chinas apoyadas por el Estado en los caladeros del país.

En las ciudades, las fuerzas democráticas que se oponen al régimen tiránico continúan expandiéndose. Se ha establecido una alianza entre la oposición conservadora y las fuerzas progresistas y democráticas para desafiar a la dinastía Duterte en las elecciones de 2022. Al mismo tiempo, las clases oprimidas y los sectores democráticos siguen llevando a cabo campañas y luchas masivas para luchar por sus derechos y su bienestar. Están exigiendo aumentos salariales, lugares de trabajo seguros y salarios de riesgo, ayuda económica urgente para compensar la pérdida de ingresos debido a los cierres y restricciones, aumentos salariales para los trabajadores de la salud, los maestros y los empleados del gobierno, aumentos presupuestarios para la apertura segura de las escuelas, pruebas masivas gratuitas y vacunación masiva gratuita para Covid-19, etc. Están mostrando resistencia y coraje en la lucha contra los ataques armados terroristas de las fuerzas del Estado. Muchos de ellos se están animando a unirse al NPA o a buscar un refugio seguro en las zonas base guerrilleras del NPA.

Esforzarse por llevar a cabo 
las tareas de lucha del NPA

En los próximos años, el Nuevo Ejército Popular debe esforzarse por llevar a cabo las críticas y difíciles tareas para promover los intereses y el bienestar de las masas campesinas y defenderlas contra los abusos y ataques de las fuerzas del Estado, fortalecer el NPA, frustrar la feroz guerra contrarrevolucionaria del enemigo y seguir llevando la guerra popular a un nivel superior. La situación exige grandes sacrificios y una férrea disciplina, así como determinación, audacia, creatividad y una ilimitada confianza en las masas por parte de todos los combatientes rojos y cuadros del Partido.

En la lucha contra el enemigo, el NPA mantiene la línea estratégica de la guerra popular prolongada y se une con firmeza y lucha enérgicamente junto a las masas. Asegura la extensión de la lucha armada en todo el país, así como la extensión dentro de cada región y subregión. El Partido y el NPA utilizan el punto de vista y los métodos marxista-leninistas-maoístas para resolver los problemas más acuciantes en el avance de la guerra popular, aprenden de las experiencias de otros países, así como de la historia de la lucha revolucionaria en el país.

El NPA debe profundizar y fortalecer aún más su base revolucionaria de masas. Esta es la clave para frustrar y superar la guerra contrarrevolucionaria del enemigo. Los lazos entre el NPA y las masas deben reforzarse aún más llevando adelante con más vigor el movimiento de masas antifeudal como la clave para despertar, organizar y movilizar a las masas campesinas en el campo. El NPA debe prestar siempre atención al bienestar de las masas campesinas y dar la máxima prioridad al avance y cumplimiento de sus reivindicaciones antifeudales en consonancia con el programa mínimo del Partido para la reforma agraria. El NPA y las fuerzas revolucionarias en el campo deben tener como objetivo movilizar a las masas campesinas en mayor número para luchar por sus derechos y bienestar y exigir el fin de las políticas, reglamentos y leyes opresivas anti-campesinas; así como llevar a cabo campañas para aumentar la producción y los ingresos agrícolas especialmente en medio de la grave crisis económica. Hay que llevar a cabo incansablemente una labor de propaganda y educación entre las masas para elevar su conciencia política, despertar su indignación y reforzar su determinación de luchar contra las fuerzas enemigas. Todas las unidades del NPA deben vincularse a las masas campesinas y desempeñar su papel de guías políticos, brigadas de producción, médicos y dentistas, maestros, trabajadores culturales y otras tareas como ejército popular.

El NPA debe esforzarse siempre por unir a las masas campesinas, apoyándose principalmente en los campesinos pobres y medios-bajos y en los trabajadores agrícolas, ganándose a los campesinos medios-bajos, neutralizando a los campesinos ricos y a los terratenientes ilustrados, aprovechando las contradicciones entre los terratenientes ilustrados y los terratenientes despóticos para aislar y destruir el poder de los déspotas feudales.

El NPA y las masas campesinas deben seguir luchando con uñas y dientes contra los ataques del enemigo y la ocupación o guarnición de aldeas. El NPA debe realizar incansable y creativamente un trabajo político entre las masas para elevar su determinación de resistir la campaña de supresión total del enemigo. Hay que denunciar y oponerse a la presencia de tropas militares y policiales abusivas en las aldeas civiles que someten a las masas a una intimidación y abuso implacables. Hay que asegurar que la propaganda revolucionaria, la educación, las campañas y las luchas antifeudales se lleven a cabo interminablemente incluso en presencia de las fuerzas militares en las aldeas. Las restricciones fascistas que imponen deben ser superadas adaptando los métodos de comunicación y reuniones secretas, así como tácticas de desobediencia, resistencia y luchas abiertas. Hay que seguir construyendo y fortaleciendo la rama local del Partido, las organizaciones revolucionarias de masas y las unidades de milicias de las aldeas. Las masas deben idear diferentes tácticas de resistencia para avanzar en sus luchas socioeconómicas y para protestar contra la presencia armada del enemigo y los abusos en sus pueblos. Éstas deben combinarse con acciones armadas montadas por las unidades del NPA en coordinación con las unidades de milicias de las aldeas. Los graves abusos cometidos por las fuerzas de la AFP y la PNP en el campo deben ser expuestos activamente en los medios de comunicación y en las redes sociales.

El Nuevo Ejército Popular debe seguir aumentando el reclutamiento de nuevos combatientes rojos entre las masas campesinas, así como entre los obreros y los intelectuales pequeñoburgueses urbanos. Las ramas del partido tienen la tarea de animar a sus cuadros y miembros, a los activistas de masas y a los miembros de las unidades de milicia a unirse al NPA, y recomendar nombres para el alistamiento en el ejército popular. Junto con las unidades del NPA, también son responsables de garantizar que las familias de los combatientes rojos estén bien atendidas, proporcionándoles regularmente apoyo material y financiero. Los miembros de las unidades de la milicia pueden tener un período de servicio de tres o seis meses para ayudar a aumentar la unidad local del frente del NPA. Hay que hacer especial hincapié en el reclutamiento por parte del Partido de trabajadores y jóvenes intelectuales para que ayuden en la formación ideológica y política del NPA. Hay que animar a los activistas de masas de las ciudades y centros urbanos, especialmente a los perseguidos por el régimen fascista, a unirse al NPA o a ponerse bajo su protección.

El NPA debe seguir fortaleciéndose de manera integral. Sus unidades deben llevar a cabo regularmente formación político-militar para aumentar la capacidad de los combatientes rojos. Deben elevar su conciencia política y su compromiso ideológico realizando incansablemente propaganda y educación entre sus filas. Deben asegurar la distribución de copias y la discusión colectiva de Ang Bayan, las declaraciones del Partido y las publicaciones regionales en todas las unidades del NPA. Deben aspirar a lograr el 100% de alfabetización de todos los combatientes rojos. Deben garantizar su bienestar físico y mental. Cada unidad del NPA debe realizar críticas y autocríticas para superar las debilidades y fortalecer la unidad y la cohesión. Hay que elevar la capacidad de cada unidad del NPA para suscitar, organizar y movilizar a las masas, reforzando su capacidad de investigación social, propaganda, educación y campañas de masas. Todas las unidades deben realizar regularmente ejercicios físicos, tiro al blanco, simulacros de combate y de guerra para elevar su estado de alerta militar y capacidad de actuar como uno solo.

El NPA debe ir ampliando su territorio o área de operaciones, buscando un equilibrio entre la expansión y la consolidación. Por un lado, nunca debe permitir que sus unidades se vean constreñidas a zonas de operaciones limitadas durante largos periodos de tiempo; y, por otro lado, no debe sobredimensionar ni dispersar las unidades del NPA. Los comités dirigentes del Partido y los mandos del NPA deben revisar periódicamente el despliegue de las fuerzas del NPA de acuerdo con los principios de la estructura de fuerzas del NPA y las leyes de desarrollo de la guerra de guerrillas. Los comandos regionales, subregionales y de nivel de frente y los comités del Partido deben planificar el calendario y el programa de expansión del NPA para coordinar las diferentes unidades del NPA y la conducción de la guerra. Debe haber un plan para unir las zonas del interior con las llanuras, las redes de carreteras y las zonas costeras. Hay que movilizar a los miembros locales del Partido, a los activistas de masas y a los milicianos de los pueblos para que ayuden a la expansión del NPA a los pueblos y municipios adyacentes.

El NPA debe librar una guerra de guerrillas extensa e intensiva. El NPA debe montar ofensivas tácticas en las que esté seguro de obtener una rápida victoria. Debe seleccionar las fuerzas militares, policiales y paramilitares aisladas y débiles como objetivos de aniquilación para apoderarse de sus armas y suministros. El NPA debe tratar de atacar a los destacamentos paramilitares, los puestos tácticos y las líneas de suministro del enemigo. También deben planificar para golpear e inutilizar los helicópteros, drones, aviones bombarderos y otros activos aéreos del enemigo. Las unidades de combate del NPA pueden aumentar e intensificar sus ofensivas tácticas y librar batallas con cortos periodos de descanso. También deben desplegar unidades o equipos de combatientes rojos para llevar a cabo ataques contra las líneas de transporte y comunicación del enemigo. Las unidades de milicia del NPA deben movilizarse ampliamente para llevar a cabo ofensivas tácticas dentro de su capacidad. Las unidades partidistas del NPA deben ser desplegadas en las ciudades y centros urbanos para llevar a cabo acciones de arresto o de castigo contra los criminales fascistas responsables de la campaña de asesinatos en masa y del terrorismo de Estado contra las masas.

El NPA debe frustrar las operaciones militares centradas y las ofensivas totales del enemigo, las operaciones de combate y la guerra psicológica y la supresión contra las masas. Debe hacer todo lo posible para inutilizar el costoso equipo de vigilancia y el armamento superior del enemigo, negándole los objetivos. Las unidades del NPA deben mantener un alto nivel de disciplina militar y poner en práctica estrictas medidas de secretismo en los campamentos temporales (pistas, humo, luz y ruido) y en los movimientos para evitar la detección del enemigo por parte de exploradores, espías, vigilancia con aviones no tripulados, vigilancia electrónica y uso de dispositivos de geolocalización. Deben desarrollar nuevas rutas secretas de suministro. Deben realizar labores de contrainteligencia y desmantelar la red de espías del enemigo. El NPA debe vigilar de cerca y analizar los planes y movimientos del enemigo, y realizar maniobras de guerrilla para alejarse del foco enemigo, evitar el cerco enemigo y hacer que el enemigo bata el aire y desperdicie sus recursos.

Los pelotones del NPA deben desplegar escuadrones o equipos de combatientes rojos para atacar desde la retaguardia a los flancos del enemigo y desbaratar sus planes y movimientos. Junto con el NPA, las filiales locales del Partido y las organizaciones revolucionarias de masas deben planificar e idear las tácticas y métodos políticos y militares para desenmascarar, enfrentar, combatir y derrotar la campaña de supresión del enemigo a nivel de aldea y entre aldeas. Hay que movilizar las unidades de milicia y los comités de autodefensa para llevar a cabo amplios golpes militares y acciones armadas para desbaratar los planes ofensivos del enemigo.

El Partido debe reforzar la dirección del NPA a todos los niveles. Deben organizarse conferencias militares en intervalos regulares para que los cuadros militares compartan información, evalúen y resuman experiencias, coordinen y elaboren tácticas y planes de acción en sus áreas de operación. Las ramas del Partido deben organizarse y funcionar regularmente dentro de las compañías y pelotones del NPA. Es responsabilidad de las ramas del Partido elevar la conciencia política y la determinación revolucionaria de los combatientes rojos del NPA y fortalecer su unidad, dirigir la crítica y la autocrítica y la remodelación.

La grave crisis política y económica del sistema gobernante favorece el avance de la guerra popular. Las amplias masas del pueblo filipino están siendo despertadas para luchar por acabar con los graves sufrimientos, la pobreza, el hambre y los abusos del régimen tiránico. La revolución democrática nacional se hace cada vez más necesaria y urgente ante la agudización de la crisis y las intolerables formas de opresión y explotación. Para el pueblo filipino, no hay otra salida que librar luchas revolucionarias para derrocar a sus opresores y explotadores.

¡Acabar con el régimen fascista de EEUU-Duterte!

¡Esforzarse por fortalecer y ampliar el Nuevo Ejército Popular y su base de masas!

¡Intensificar la guerra de guerrillas y frustrar la feroz guerra contrarrevolucionaria del enemigo!

¡Llevar adelante la guerra popular!

¡Viva el Nuevo Ejército del Pueblo!

¡Viva el Partido Comunista de Filipinas!

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¡Frustrar la despiadada guerra contrarrevolucionaria del régimen fascista de Estados Unidos-Duterte! ¡Esforzarse por llevar adelante la guerra popular!